viernes, 13 de mayo de 2011

Por una política energética realista Artículos | 13/05/2011 JORDI ORTEGA

Hace un año los ministros de Francia J-L. Borloo, de Alemania N. Rottgen y del Reino Unido C. Huhne escenificaban la necesidad de actuar con urgencia. El precio del barril de petróleo, alertaban, podría situarse en 130 dólares en 2013. Demorar la acción supondría para Europa un coste, según mostraban los tres ministros en un artículo publicado el 15 de julio 2010, [www.oxfamfrance.org/IMG/pdf/Climat_Tribune-Borloo-Rottgen-Huhne100716.pdf], cifrado entre 300.000 a 400.000 millones de euros anuales. El equivalente a un rescate a Grecia cada tres meses. ¿Qué efectos tuvo sobre la política energética?


http://www.bmu.de/english/current_press_releases/pm/46421.php


El precio del barril llegó a 125 dólares. Y esto es una muestra de lo conservador que han sido las metas para reducir la dependencias del petróleo en el 2020. La Comisaria de Energía y Cambio Climático, Connie Hedegaard, reclamaba elevar las metas sobre reducción de emisiones y participación de las renovables desde el 20% al 30%, para 2030 alcanzar un 80% de renovables en generación eléctrica.



Para algunos, Fukushima no debería precipitar el debate energético. El debate energético estaba abierto antes de Fukushima. El Informe especial de Renovables del IPCC (panel de cambio climático), presentado en Abu Dhabi, elaborado por 120 científicos y firmada sus conclusiones por 190 países, propone que tres cuartas partes de la energía primaria global sean renovables en 2050 [srren.ipcc-wg3.de/]. Fue redactado antes de la catástrofe nuclear.



No dice nada que no supiéramos, o mejor, nada que no quisiéramos saber. No sólo somos adictos al petróleo. Hay una adición peor, confiamos en que las cosas van a “seguir como hasta ahora”. El informe del World Energy Outlook parte de un supuesto desmentido los últimos años: que la demanda crecerá indefinidamente, un 40% hasta 2030. Según este informe, pasaremos de las actuales 20,9 gigatoneladas de emisiones de CO2, a 34,5 Gt CO2en 2020 y 40,2 Gt CO2 en 2030. Debemos incrementar en 11 millones de barriles diarios cada año. La tendencia es que la actual producción de 95 millones de barriles diarios se reduzca a 70.

¿Cuál es la estrategia “realista”? La política energética europea (una reducción de emisiones del 20% en el 2020 y un 20% de renovables para esa fecha) pretendía cubrir la diferencia entre la demanda y producción con un poco de eficiencia energética y algo de energía renovables. Esto, para Francia, Alemania y Reino Unidos, era un cálculo optimista y una política conservadora.

Una muestra de esa otra voluntad de dejar las cosas igual lo encontramos en el Plan de Energía de Catalunya, que el Govern vuelve a revisar. Establece seis escenarios para el precio del barril en el 2030: una oscilación entre 133 dólares -en el escenario E1-, hasta 450 dólares –en el escenario E6-. El PIB, en el E1, crece un 3%, sin apenas más renovables. Y en el escenario E6, con un 20% de renovables en el 2030, éste no crecería más del 1,5%. ¿Cómo lo han calculado?

Organismos internacionales calculan que el coste de abordar el cambio climático requiere de recursos adicionales del 1,6% del PIB. ¿Significa que el PIB crecerá 1,6% menos? La cifra es asumible si pensamos que se trata de recuperar el nivel de inversión previo a la crisis, pues impulsaría el proceso de recuperación económica.

La Fundación Ideas muestra que una mayor ambición en energías renovables aportaría un incremento adicional de un 2% de PIB [www.fundacionideas.es/sites/default/files/pdf/Ideas_para_una_nueva_economia_0.pdf]. El reto es utilizar de modo eficiente estos recursos, sin generar deuda, haciéndolo compatible con la austeridad fiscal.



Una mayor ambición en energías renovables, para Connie Hedegaard, “impulsaría la industria de la energía renovable”. Europa está perdiendo esta carrera, cuando tiene capacidad técnica y humana, debe “mantener el liderazgo tecnológico”. En una perspectiva de 77% de energía renovables mundial nos ofrece la dimensión del mercado potencial que tiene estas tecnologías. Las tecnologías bajas en carbono también son eficiencia.



Los grandes consumidores energéticos industriales (cementeras, siderurgia, etc.) son conscientes de este reto energético. En una encuesta a sus miembros, se desvela que el coste energético es tres veces el coste salarial. Mejorar la competitividad pasa, inexorablemente, por mejorar la eficiencia energética. ¿Dónde encontramos una política industria energética ambiciosa?

Bau, Industrie und Konsum befeuern die Konjunktur: Arbeiter an einer Solaranlage in der Nähe von München.


Fukushima acelera esta transición energética. La energía nuclear y los combustibles fósiles forman parte de la arrogancia tecnológica del siglo XX; las energías renovables forma parte de la conciencia de la fragilidad de ecosistemas que hemos de preservar en el siglo XXI.

Los países están modificando sus políticas. En Alemania, que quiere seguir siendo una potencia industrial, Angela Merkel declaraba: “Queremos poner fin a la energía nuclear e impulsar la energías renovables lo más pronto posible”. Se plantea para antes del 2020, mientras la oposición exige cierre acelerado. Y Francia abandona sus planes nucleares y estudia paralizar la construcción de la central de Flamanville. Japón paraliza la central nuclear de Hamaoka y revisa su política. Si la tercera y cuarta potencia renuncian a la energía nuclear, ¿por qué otros no?


¿Dónde está el debate energético nacional? Tras la crisis en el sur del Mediterráneo se plantearon medidas provisionales. Al menos se ha dejado de atizar a las renovables desde todos los frentes. Parece que pretendemos quitar importancia a la emergencia energética, volver lo antes posible a la situación habitual.

El cambio climático es un problema que afecta a otros. Los países productores de petróleo en una economía baja en carbono, se pensaba, serían los perdedores al quedarse sin mercado. Hoy es Europa la gran amenazada. A partir de 100 dólares el precio del barril salen rentas por el valor de 900.000 millones en la compra de energía. La autonomía energética es virtud ecológica de una necesidad económica. Son los efectos de una adición a la falta de realismo en la política energética. Si la teoría se equivoca, peor para la realidad.