sábado, 24 de septiembre de 2011

¿Qué es una ley de cambio climático? Unos presupuestos de carbono. JORDI ORTEGA


El congreso insta al gobierno elaborar una ley de cambio climático. Es lo que se desprende de la aprobación de los trabajos de la comisión temporal mixta de congreso y senado para el estudio de cambio climático que contiene 101 medidas. ¿No aprueba el gobierno leyes sobre esta materia?

Sorprende que él único partido que la tenía en el programa electoral una “ley de lucha contra el cambio climático”, el PP, se haya abstenido. José Blanco respondía, a la propuesta del PP en 2008 preguntando si el primo de Rajoy no le advirtió que hay leyes de cambio climático aprobadas. En su voto particular el PP considera que, ante las condiciones económicas, son medidas en ningún caso deben aplicarse; al tiempo, consideran que ya forman parte de distintas estrategias de eficiencia energética o cambio climático. Un drástico viraje.



La ley de cambio climático se refiere a algo mucho más concreto. El parlamento del Reino Unido aprobó, tras un largo debate, la ley de cambio climático. El precedente de dicha ley del clima fue aprobado por Arnold Schwarzenegger gobernador de California. David Miliband, con esta ley, quería convertir Reino Unidos el primer país con objetivos jurídicamente vinculantes. Empresas, administraciones y ciudadanos gestionen sus propios “presupuestos de carbono“ (carbon budget). ¿Cómo funciona, qué significa para qué sirven? 



En lugar de una tasa al transporte aéreo, que hace prohibitivo volar para sectores no pudientes; distribuir el derecho de tomar el avión. Quien supera los créditos de CO2, que comporta volar, debe de comprar estos a quien use menos el transporte aéreo. Si todos los ciudadanos tienen el derecho al escaso de un bien común y escaso como las emisiones de carbono, lo más equitativo y justo es distribuir el ejercicio de este bien por medio de cuotas personales. Las administraciones y empresas deberían acudir a la subastas de estas cuotas. No sería el mercado el que excluye el acceso a un bien común. Además de una medida eficiente y eficaz, tiene un componente de equidad.

Imaginemos estamos en 2015. Llenamos el depósito de gasolina, pagamos su precio en euros. La novedad es que nos descontará 2,2 kilos de CO2 por libro de gasolina de nuestra “visa de carbono”. Quien desarrolle formas de vida baja en carbono, no agote sus créditos de CO2, podría convertir este en dinero. Las tres E: eficiente, eficaz y equitativo.



Más que una idea ambiciosa es una propuesta visionaria. Si hace dos décadas se hubiera propuesto pagar con tarjeta de crédito, comprar por internet, o comunicarnos a través de redes sociales, hubiéramos considerado de ilusas dichas ideas. Hoy si falla cualquiera de estas cosas tendríamos un serio problema para organizar nuestra vida.

¿Es una propuesta visionaria? Al final de la Gran Depresión de los años 30 se aplicó “cartillas de racionamiento”. Gordon Brown no la vio viable. Hoy existen las tecnologías que no existían hace 80 años. Tyndall Centre –que hizo los estudios para David Miliband-, con Atos Origin -que cuentan con la tecnología de las tarjetas de crédito- pusieron en macha una experiencia piloto, impulsada por Royal Society of the Arts (RSA). Mostrando la viabilidad tecnológica, económica, ambiental y social -con una positiva distribución de rentas.



La idea de cuotas personales de carbono finamente quedo fuera de la ley del cambio climático. Pero no así el concepto de “presupuestos de carbono”. Es lo que está en el corazón de la ley del clima que el congreso insta aprobar al gobierno. ¿Qué aportan los “presupuestos de carbono”? Los gobiernos felizmente fijan objetivos y dolorosamente los (in)cumplen. Un presupuesto, en cambio, es una gestión rigurosa de los bienes públicos. ES lo más relevante de las propuestas de la comisión mixta, resaltaba Fernando Moraleda (PSOE). Entre las 1010 medidas incluye una fiscalidad ecológica, la huellas de carbón de producto, etc. La sociedad para tomar decisiones estratégicas necesita horizontes amplios. Los objetivos en 2020 de un 30% de reducción de emisiones de CO2 y en 2050 un ambicioso 100% del sector energético.

De una política centrada en el detalle cotidiano intrascendente, ¿cómo se vuelve a ofrecer a los ciudadanos perspectiva de futuro? La virtud que tiene el modelo electoral Británico es el contacto de cuerpo a cuerpo con el electorado. Amigos de la Tierra con un trabajo por circunscripciones, cuestiones que de otro modo no entran en la agenda política, lograron situarlas en el centro de la política.

Amigos de la Tierra con la Embajada Británica presentaron la ley del clima aprobada en el Reino Unido; más tarde, en el Jardín Botánico -en el Retiro- se abrió el debate con distintos diputados. Quien tenga interés en el proceso deliberativo en el Reino Unido puede consultar una documento que me publico el Instituto de Estudios Fiscales (en 2010).

Reino Unido Presupuesto Cuts.jpg

Se echa en falta que, quien pretende gobernar el país, no muestre una actitud ambiciosa como la exhibida por David Cameron. Propuso la creación de un comité de cambio climático que presentara al parlamento, cada año, una evaluación –independiente al gobierno- y pudiera presentar iniciativas legislativas para mejorar el funcionamiento de la Ley. No que quedó aquí. David Cameron aposto por el “Pacto Verde”, incluye desde un fondo de inversión en clima y energía, una reforma del mercado eléctrico, hasta ampliar los presupuestos de carbono. El PP está en las antípodas de sus homólogos europeos, Fernando Moraleda calificaba de “reducto del negacionismo”. No fueron los ecologistas sino la patronal (CBI) la que reclamó elevar la reducción de emisiones de carbono del 60% al 80% los objetivos para 2030. Percibía las oportunidades de las demanda de productos y servicios bajo en carbono.

Nos sobra “realidad” y nos falta “imaginación”. En este momento de cambios de patrones de consumo, emergencia de nuevos mercados bajos en carbono, enormes retos energéticos para el siglo XXI, seguimos con mensajes políticos decimonónicos.


La Facultad de Psicología de Cardiff elogia los “presupuestos de carbono”. Aún sin el potencial que da las cuotas personales. Los presupuestos de carbono, bien diseñados, pueden incidir en el cambio de las pautas de comportamiento. Ese pequeño empujón -que se insiste desde la economía del comportamiento- capaz de lograr grandes resultados.

Persisten los perjuicios que los ciudadanos no van a cambiar sus pautas de comportamiento entre la política. Supone seguir ignorando las “políticas blandas”. ¿Acaso no se ha analizado como el cambio de comportamiento nos ha llevado a espectaculares reducciones de CO2? Unos presupuestos de carbono evitan que estos cambios se hayan hecho a ciegas, sin brújula, que nos oriente hacia la sostenibilidad y busquen en ella una salida a la crisis.

Una crisis más política que economía. Si observamos que los gobiernos están más pendientes de ajustar detalles, pegados a la realidad, convirtiendo lo anecdótico en el centro de debate político. Un buen documento de una comisión presidida Jordi Sevilla, al inicio de legislatura. Esperemos que el próximo gobierno lo convierta en su hoja de ruta.

domingo, 18 de septiembre de 2011

La política fotovoltaica en el nuevo orden del siglo XXI, Jordi Ortega


La "ayuda" a la renovable no es una subvención.


El éxito del desarrollo de las energías renovables en Alemania y España se debe al modelo de "feed-in tariff". ¿En qué consiste este modelo? Confundimos la prima con una subvención. La Unión Europea no hubiera aceptado ayudas directas ni indirectas al sector energético; razones varias: provocaría distorsión en los mercados y en la competencia, con efectos no deseados en el incremento de los tipos de interés, al utilizar recursos públicos, directamente ralentizar el ritmo de inversión e indirectamente destrucción de empleo. ¿De dónde proviene esta confusión?


En el momento que Barack Obama ve a España líder en energía fotovoltaica y la referencia de su política energética, se encontró con el estudio de Gabriel Calzada, de la Universidad Rey Juan Carlos I. En las cadenas de máxima audiencia Calzada predicaba que la energía fotovoltaica destruye empleo. Si el gobierno aumenta el gasto público para subvencionar las energías renovables, en este caso la fotovoltaica, se incrementa la deuda pública (con emisiones de bonos, que retrae recursos para crear empleo). Con la doctrina que todo gasto público genera empleo de forma más ineficiente que el sector privado, que le lleva a afirmar que las energías renovables destruyen empleo.


La fotovoltaica no se paga con deuda pública, ni con mercados crediticios, sino que una parte de la tarifa se destina a un marco regulador de precios regulados, que ofrece un marco estable, seguro y previsible para que el sector privado invierta en renovables. Una exitosa política del gobierno que no les cuesta nada a los contribuyentes.

Las falacias de Calzada llegaron a España. Ni se puede decir que sea un sobrecoste a la tarifa que pagan los consumidores. Que una parte de la tarifa vaya a sufragar el régimen especial (que incluye renovables y cogeneración) puede provocar, como ha sucedido, que el precio de la electricidad baje (en 2008 el precio de kWh era de 6,961 céntimos de euro, bajó a 4,263 céntimos de euro en el 2009).

El modelo copiado en todo el mundo, de "feed-in tariff" no fue impulsado por el gobierno alemán, sino por un grupo de diputados dirigidos por Hermann Scheer (SPD). Editorial Icaria está a punto de publicar su último libro "El imperativo energético". El modelo electoral alemán, con doble voto, permite que diputados de elección directa no sean un mero soporte parlamentario al gobierno, sino que ejerzan de poder legislativo con capacidad creativa (la ley electoral es más que un mecanismo técnico de elección, forma parte de la profundización de la democracia).

Estrategias energéticas

La estrategia de Tood Stern –negociador de Barack Obama en las cumbres del clima- pasa seguir la doctrina del "prestigioso" profesor español, Calzada. Todo el programa de estímulo verde, que Obama tenía a España como referencia, ni siquiera es capaz de ser defendido por los demócratas en la cámara baja. La política energética de Obama empezó a tambalearse en un clima mediatizado por la reforma sanitaria. Un ambiente político contaminado por las radicales tesis del tea party (su doctrina de déficit cero, considera que comercio de CO2 es un impuesto, incluso campañas de la contaminación de las bombillas de bajo consumo).

 

El desarrollo de las tecnologías renovables no es un asunto menor. Obama, en sus discursos ha mostrado su preocupación por el liderazgo de China y como Estados Unidos es relegada a un segundo plano. Nadie en tan ingenuo para creerse que el petróleo es un problema energético. ¿Podemos ser tan estúpidos para pensar que la energía renovable es un problema ambiental, en lugar de determinar el nuevo orden del siglo XXI?

Ni el Ministerio de Medio Ambiente, ni el Ministerio de Industria abordan así estas cuestiones. La geopolítica energética es el contenido de un interesante "cuadernos de estrategia" (número 150) editado por el Ministerio de Defensa en enero 2011, con presentación de la Ministra de Defensa Carmen Chacón, e introducción de Manuel Marín.

Paul Isbell

El artículo Paul Isbell, del Real Instituto Elcano –en dicho cuaderno- muestra el declive de la política energética de Barack Obama. La doctrina del Ministerio de Industria, en cambio, mantiene el dogma que el déficit "invisible" del sector eléctrico es responsabilidad del déficit de la tarifa y la apuesta por las renovables. Aquí su errática política.

Fotovoltaica y el nuevo orden del siglo XXI

No hace mucho más de 5 años las energías renovables eran marginales en el mix energético, hoy es un pilar clave. Y no ha hecho más que gatear; el problema son sus éxitos; lo que ha tenido son enfermedades infantiles propias de una tecnología en proceso de maduración). Las potencias emergentes están haciendo una apuesta por las tecnologías del futuro. Las potencias emergentes no van a esperar que occidente aclare sus ideas.

En el 2004 Alemania dominaba el 69% del mercado fotovoltaico, China apenas contaba con un 7%. En 2010 China pasa a tener el 45% del mercado mundial, Alemania se desploma con un 21%. La industria alemana fotovoltaica está luchando por sobrevivir. ASIF viene denunciando la destrucción de empleo fotovoltaico en España. El coste de las placas fotovoltaicas han caído más del 51% en los dos últimos años (en los primeros meses de 2011 una caída del 25%). Existen 8 GW de fotovoltaica en stock, estima Frank Asbeck -delegado de Solarworld (equivale a 8 nucleares).

 Graphic: China and Germany's share of the global photovoltaic market


¿Qué ha ocurrido? No basta en ser competitivos ni exportar. Hace falta que alguien importe. Alemania descubre, a la vez, que China no es un Länd alemán y que Schleswig-Holstein no importa productos de Baviera. Los buenos resultados de Alemania en 2009 y 2010, crecimiento por encima del 3% es gracias a las importaciones de China; la debilidad de Estados Unidos, China está sentada sobre billones de dólares, cuyo declive es imparable, está llevando al gigante asiático a frenar las importaciones de Europa (sobretodo, alemanas). La dependencia alemana respecto el mercado chino, también en un problema para el gobierno de Pequín. En su reciente visita de Wen Jiabao ofreció compromisos con el euro e intento arrastrar a Europa al nuevo juego de equilibrios del siglo XXI. China apuesta por una perspectiva euroasiática que gane fuerza respecto las relaciones transatlánticas. China no se basa en sentimentalismos, busca la su estabilidad interna con realismo y pragmatismo. Una crisis en Europa pondría en peligro su despertar como potencia del siglo XXI.

Graphic: Prices of photovoltaic systems in Germany


Los planes de austeridad impuestos a los países periféricos han contraído la capacidad de Alemania de exportar al mercado europeo. No es solidaridad con los países del mediterráneo lo que está en juego son intereses estratégicos. Sarkozy y Merkel no son capaces de ver más allá de sus intereses nacionales. Un populismo criticado hasta por Helmult Kohl de perder la brújula europea.

La supervivencia de la industria europea exige pasar de la unión monetaria a la unión política, una política económica común, no se agota en los eurobonos, ni en una política fiscal. Tiene más clientela el provincianismo. En la presentación de un libro del director económico de PIMEC, el consejero Andreu Mas-Colell no veía ningún problema que Catalunya fuera independiente. Recrea la imagen melómana de Baviera arruinada por culpa de Schleswig-Holstein (que ha de soportar sus déficits). Es de manual que dónde hay moneda única y mercado común no existen exportaciones. Si Baviera no exportara a los estados del norte su industria tendría que cerrar. Lo que necesita Baviera es un mercado europeo. Alemania empieza a ver los efectos letales de una Europa asfixiada por sus recetas. ¿Alguien ve viable Baviera o Catalunya, en un mundo de potencias emergentes de tamaño XXL, convertida es uno de los muchos pequeños países independientes?

La energía del futuro

Cedric Philibert, en la Agencia Blomberg, señalaba que en 2060 el 50% de suministro energético provendría de la energía solar; las centrales hidroeléctricas, la biomasa y eólica podrían satisfacer el resto de la demanda.

 


Hace dos años que está sobre la mesa del ministerio una propuesta, elaborada por KPMG, para permitir el autoconsumo de la fotovoltaica generada. Pedro Linares de la Universidad de Comillas argumentaba, entonces ¿quién pagaría el coste de las redes, tecnologías de respaldo, etc.? En doctrina del ministerio de industria, ¿quién amortiza las inversiones en un parque eléctrico sobredimensionado?

Los expertos ven la paridad en red (grid parity) detrás de la esquina (por la caída de costes de la fotovoltaica y los actuales precios de la energía es suficiente), en cambio el Ministerio de Industria sitúa esa paridad en red en el lejano 2023.

No estamos hablando de que las fotovoltaicas tengan un precio igual que otras tecnologías, sino que su coste tenga paridad con la señal del precio de la electricidad. Entra en este coste el precio de generación eléctrica, los peajes de acceso, más complementos del sistema, la prima de riesgos, mejor o peor reflejados en lo que pagamos.

La opción actual para consumir la propia energía producida es vender toda la energía a una comercializadora, y volverla a adquirir a esta, con la garantía que te vende lo que previamente te ha comprado. ¿Se imaginan que quien puede consumir leche ecológica –al tener una vaca- se le obliga a vender toda la leche y comprar esta al mercado?

Seat Solar, Martorell

Todavía tenemos la idea utópica. La consciencia viene con un siglo de retraso, decía Günther Anders (La obsolescencia del hombre, está disponible en español). SEAT tiene el techo solar mayor de Europa, con 135.000 metros cuadrados de paneles solares con 4 MW de potencia y una producción de 6 millones de kWh. El objetivo es llegar a 10,6 MW. La fotovoltaica además de acercar producción y consumo (a diferencia de los huertos solares), ofrece a SEAT reducir el consumo de aire acondicionado (las placas fotovoltaicas tienen la función de toldos) o hace funciones de protección de vehículos o hace funciones de protección de vehículos (cubiertas para parking).

Actualmente SEAT está obligada a vender la fotovoltaica producida, una energía de gran calidad sin oscilaciones de onda. Ha de comprar toda la electricidad con oscilaciones que pueden dañar sus sensibles aparatos informáticos. Evitaría que Red Eléctrica Española tenga que gestionar la integración de la fotovoltaica en red. Absurdo.

No es que China despierte, es que Europa y Estados Unidos están, políticamente, dormidos. En tecnología solar termoeléctrica o la integración de renovables en la REE somos pioneros y admirados por China. Un día tuvimos posiciones de ventaja comparativas, éramos referencia de la política de Barack Obama, con un liderazgo tecnológico referencia mundial; pero el gobierno fue incapaz de gestionar estos éxitos. ¿Un terror escénico de exitosas políticas? Como diciendo, "¡yo no he sido!"