lunes, 26 de noviembre de 2012

Lo que nos une a los europeos, una respuesta contra la austeridad une a los ciudadanos de Europa


La convocatoria de huelgas, paros y manifestaciones en Europa contra la política de austeridad, convocada por la Confederación Europea de Sindicatos, el 14 de diciembre evocan a aquellas manifestaciones simultáneas en las principales capitales europeas el 15 de febrero de 2003. Reaccionaban a un golpe de mano de los presidentes de España, Portugal y Reino Unido que, a espalda del restos de sus colegas Europeos, invitaba a respaldar la guerra de George Bush contra Irán.
Ambas convocatorias expresan el sentimiento de pertenecer a una comunidad política común, más allá de las fronteras, que sólo será capaz de responde a los retos y los desafíos desde una política, que a la dimensión nacional, se añada una dimensión Europea.
Pregunta erróneas, respuestas equivocadas.

La política europea frente a la crisis ha fracasado de forma estrepitosa. Para el gobierno alemán el problema de la crisis es la falta de disciplina fiscal a nivel nacional. La convocatoria de la Confederación Europea de Sindicatos de paros y manifestaciones en las capitales europeas no sólo rechazan las políticas de austeridad, también pide otro diagnóstico de la crisis -abordado como un problema europeo.
Lo que se escucha en Berlín, Madrid, París, Lisboa, Roma o Atenas es la pregunta, ¿qué efectos tiene la crisis para nuestra economía nacional? El resultado de preguntas erróneas son respuestas incorrectas. Respuestas efectivas reclaman preguntas de signo opuesto, ¿qué significado tiene la crisis de la zona euro para Europa?
La deuda no es la causa sino el efecto de la crisis: errores de diagnóstico.
Regresamos aquellas recetas del Fondo Monetario Internacional de los años 80 y 90; olvidando que sin crecimiento no hay consolidación fiscal. en los manuales del Fondo Monetario Internacional sólo hay una concepto “estabilidad fiscal”. Un ajuste duro de gasto, en lugar de aumentar ingresos, permite que el sector privado se convierta en el motor de la reactivación económica, una salida rápida de la crisis
fue ajustes de gasto, en lugar de ingresos. Se parte el supuesto que aumentar el gasto público supone menos recursos en la economía y aumenta los tipos de interés, cuando en práctica los ajustes son parte del problema no de la solución. Se confiaba que los brotes verdes estimulando la inversión privada se convertiría en selvas verdes.
Con una caída de la demanda privada abordar ajustes acaban por asfixiar la economía, sin reducir las deudas. Europa está en una espiral de nuevos ajustes que amenaza con agravar la crisis.
Sólo podremos encontrar nuevas respuestas si somos capaces de modificar la pregunta. Partimos de un diagnostico equivocado que confunde los efectos de la crisis con las causas. Se considera la crisis es un problema exclusivo de los camarotes de tercera -en que se incluye cada vez más países. El problema, dicho de la forma gráfica, no son los camarotes de tercera, es un problema del Titánic ¡estúpito!
Angela Merkel está intuyendo que el agua empieza a entrar en los camarotes de primera. El gobierno alemán ha reducido las previsiones de crecimiento del 1,6% al 1,0%. Más grave es que el agua está entrando a través de la sala de máquinas; el retroceso de la producción industrial fue de 1,8%, más profunda que el 0,5% estimado. Es el resultado de lo que el colectivo de economistas frente a la crisis, en su último libro, no dejaba lugar a dudas: no es economía, es ideología.
Mientras en cubierta sigue el baile.
Son bochornosas las alabanzas que aún recibe Christine Lagarde del FMI. Sigue con sus consabidas recetas basadas ajustes del gasto, contener salarios, reducir suelos públicos; sólo que ahora está dispuesta a aceptar que estos ajustes sean algo menos intensos y rápidos. Da un poco más de tiempo para lograr el 3% de déficit público.
Es la música que suena en la cubierta del Titanic. Los guitarristas del libre mercado ofrecen unas partituras repletas de datos y estadísticas mientras sigue el baile. Acusan aquellos que cuestiona la eficacia de los ajustes de negar la realidad y falta de valentía para abordar los problemas. En lugar abordar una respuesta europea empieza a sonar una música en que la crisis se imputa al otro, sea este la Europa del sur o la Alemania del norte.
Baviera presiona a Angela Merkel para que Berlín o Renanía del Norte reduzcan su deuda y gasto. Bajo bonitas palabras de equilibrio entre responsabilidad y solidaridad. El efecto es un lamentable desplome de la demanda interior en Alemania. Los pedidos de la competitiva industria tecnológica de Baviera se desploma, logrando el egoísmo nacional el efecto opuesto. Este discurso, en ocasiones revestido de causas sociales, está provocando la ruina de Europa y arrastra al mundo al abismo.
Los enemigos de la política alemana, la propia Alemania.
Los sindicatos no piden un poco menos de austeridad. Reclaman otro diagnóstico de la crisis.Peter Bofinger exigía un cambio radical de la política monetaria del Banco Central Europeo (http://www.bloomberg.com/video/lower-ecb-rates-would-help-periphery-bofinger-says-1zXYZl8XQ1SxINDjoksvbA.html).
La miserable situación económica que Alemania está empujando a los países de la zona euro acaba teniendo consecuencias en la economía alemana. “El riesgo de recesión en Alemania está creciendo mes a mes”, señalaba Gustav Horn director del Instituto de Macroeconomía (IMK) en Handelsblätt. Y añadía “la causa es la profunda austeridad que está provocando la caída agregada de los países de la zona euro en crisis”.
Los últimos seis meses el barómetro de desarrollo económico del Zentrum für Europäische Wirtschaft (ZEW) muestra una caída de 4,2 puntos, después subidas en semestres anteriores. “Esto hace sopesar la situación económica en los próximos meses” –dijo Wolfgang Franz de ZEW. Para Gustav Horn de IMK una política de estabilización va a requerir aumentar el impuesto sobre la propiedad y el patrimonio, poder así estimular el gasto educativo, sanitario, etc.
Lo que nos une a los europeos. 
Alemania hace una década abordó una contención salarial y del gasto público; fue el éxito del modelo alemán basado en exportar de forma ilimitada al resto de Europa. Si los demás países hubieran seguido los pasos de Alemania no tendrían crisis. De aquí que la respuesta este siendo disciplinar, con duros ajustes, los países de la periferia. El resultado es que Alemania se ha quedado sin importadores y su economía se acerca a la recesión. Se trata de una contradicción lógica. El superávit de uno es un juego de suma cero. Alemania no entró en recesión al no ser acompañada por otros países en esas políticas.
China, a diferencia de Alemania, es consciente que el desarrollo económico basado en un modelo exportador hace vulnerable y dependiente la economía de la demanda exterior. Ha recuperado el concepto de Confucio xiaokang (modesta prosperidad) con el que estimular la demanda interior. Y el congreso del Partido Comunista hace un giro ecológico para sostener la demanda interna.
Europa está masacrada por la austeridad como pusieron de relieve en las calles los sindicatos europeos. Europa está buscando la solución a la crisis en lugares erróneos. No son las élites económicas sino la esfera publica europea la que puede dar una respuesta a la crisis más allá del egoísmo nacional. Alguien más debería de acompañar a los sindicatos en exigir el fin de esta locura que vive Europa.

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