jueves, 10 de marzo de 2011

Jordi Ortega Vuelve las tasas de CO2.

Escrito hace dos años. ¿Quien hubiera logrado reducir la dependencia de aplicarla, con el barril a 40$?

Diario Montañés (30-9-09)

La propuesta de Sarkozy para instaurar un impuesto sobre emisiones de CO2 ha generado un intenso debate político. Un debate que aún no ha traspasado el Pirineo. Su escenificación no ha podido esta mejor estudiada. Encargada a una comisión presidida por Michael Rocard, con un escaño de eurodiputado desde 1994, ex secretario general del Partido Socialista Francés y dos veces primer ministro con François Mitterrand. Mantiene la estrategia de reclutamiento de socialistas de alto prestigio intelectual y unos de los pensadores más lúcidos de la izquierda.


No podemos catalogar la propuesta de populista, ni mucho menos de electoralista. Propone una tasa con la que afrontar el reto de la crisis climática y energética. Un impuesto de 32 euros toneladas de CO2. ¿Qué supone? 7,76 céntimos más para gasolina sin plomo y 8,52 céntimos para el diesel, quien llenen el deposito dos veces al mes supone 100 euros anuales. El fuel de calefacción podría suponer 170 euros.

Jean Louis Borloo ministro de ecología y Christine Lagarde ministra de economía supone una medida de contribución social más justa, al penalizar quienes utilizan combustibles fósiles de un modo más intenso, empezando por el transporte. ¿Significa un modo de recaudar más impuestos?

Explica que sea calificada por Daniel Conh-Bendit, líder de Europa Ecológica que dio la sorpresa en las elecciones europeas de medida "revolucionaria". Con el ministro de Exteriores, Bernard Kouchner escribió hace años "Quand tu seras president?". Forma parte de esas lluvia de ideas, que diríamos hoy, de los Think Tank que no despiertan entusiasmo. Situar en la agenda problemas reales de modo poco usual. Poner las luces largas, en medio de miopía, de tantas luces de posición a las que estamos habituados. Cuando nos jugamos el futuro que solo somos capaces de mirar por el retrovisor.


La elección de Michael Rocard no es casual. Cuando se aprobó el Protocolo de Kyoto apoyo la propuesta de presidente de la Comisión Europea, que ostentaba Jacques Delors. Lástima. Fracasó en la creación de una tasa de energía y clima, con una reducción fiscal sobre el trabajo: el doble dividendo. Fracaso ante la falta de unanimidad en la Europa de los 15. Toda una muestra de euroesclerosis. Un botón de muestra de la incapacidad de los gobierno tomar decisiones. Olvidan que la toma de decisiones es un recurso renovable.

No quisiera aburrirles con el "Sudoku" fiscal. En lugar de resolver problema los crea. Se ha insinuado que podría ser una medida que formase parte de la ley de economía sostenible, capaz de transformar los brotes verdes en bosques verdes y selvas verdes. La propuestas del céntimo ecológico, mucho más simbólica que real, tuvieron una escasa vida, en pocas horas fue rechazada.

Dinamarca fue el primer país en aplicar en 1993 una reforma fiscal ecológica; redujo 3/4 parte de paro, redujo más de la mitad la intensidad energética, impulso una industria en renovables y eficiencia. Son países menos vulnerables, con alta competitividad. ¿Que hicimos? Devaluar tres veces la peseta, congelar la futura energética, crear el déficit de tarifa, trasladando efectos de la crisis de 1993, en lugar de mejorar la competitividad de la economía.

La calificación de revolucionara a la propuesta de Sarkozy es de calado. Los gobiernos de todo signo prefieren afrontar la crisis con soluciones fáciles, inyectar dinero público a la economía, más endeudamiento. Y todos, ahora, abrazan el anteayer denostado keynesianismo. ¿No ha sido el brutal endeudamiento lo que ha provocado la crisis financiera, una deuda privada de, al menos, 4 veces mayor que el PIB mundial? Rescatar los bancos, limpiar tóxicos, una receta que ignora que ha provocado la crisis. ¿No deberíamos curar antes la hemorragia de hacer más transfusiones?


Pensar que con la caída de los tipos de interés, por el desplome del euríbor, se facilitará el acceso al crédito, la concesión de hipotecas y, de nuevo, a generar burbujillas especulativas. Resulta una broma. Hoy nos preguntamos como nadie lo vio. Hasta el gurú de Allan Greenspan solo vio espumilla. ¿Queremos salir de la crisis abriendo el grifo crediticio? Puede crearse una recesión aún mayor.

Se puede hacer otras cosas. Aquí la propuesta de Sarkozy resulta revolucionaria. En lugar de empujar la economía, llevarlo al mecánico que abra el motor. Incrementar el coste de la energía vinculada a combustibles fósiles es el modo de hacer que el motor funcione más eficiente. No es un problema de confianza con la deuda sino de falta de confianza que lo que se inyecte en el motor se pueda pagar, el motor no es competitivo, no eficiente. Prioridad
impulsar la mejor de la competitividad, hacer más con menos, capaz de desbloquear el crédito con inversiones a largo plazo, facilitar la creación de empleo reduciendo cotizaciones sociales. Algo que sí permite ver selvas verdes.

COMENTARIO.

El partido socialista francés genero una fuerte controversia con acusaciones cruzadas.


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