martes, 8 de marzo de 2011

Menos carbono y más salud


Se calcula que la industria agroalimentaria es responsable de entre el 20 y 30% de las emisiones de gases de efecto invernadero, teniendo en cuenta el ciclo completo: desde la producción y las materias primas al tratamiento, los envases, la logística , la distribución y la gestión de los residuos que genera. La suma de todo esto se conoce como la huella de carbono, y algunos países ya han incorporado una etiqueta obligatoria que lo indica en cada producto agroalimentario.

ENVIADO POR: SOSTENIBLE.CAT - ANNA BOLUDA, 08/02/2011, 11:31 H | (99) VECES LEÍDA

La industria debe adaptarse a estos requerimientos para poder exportar, y para dar respuesta a unos consumidores que poco a poco exigen saber más sobre los productos que compran. De todo ello se habló en una jornada celebrada en el Colegio de Agrónomos de Cataluña, donde se destacó que la buena comunicación de la huella de carbono puede significar una ventaja competitiva sobre otros productores.

Menos carbono y más salud
Jordi Ortega, experto en cambio climático, consultor de varias administraciones e investigador de la Universidad Carlos III de Madrid, presentó ejemplos de otros países europeos, como el caso de Suecia, donde una cadena de restaurantes de comida rápida ya indica la huella de carbono de cada una de las hamburguesas del menú. El gobierno sueco, además, ha iniciado una campaña para conseguir cambios en la dieta con el doble objetivo de mejorar la salud y reducir un 25% las emisiones de CO2. Y es que, por ejemplo, las carnes rojas y algunas grasas tienen un índice muy elevado de emisiones. Para conseguir un kilo de ternera se generan 250 kg de CO2. Y el aceite de oliva virgen, por poner otro caso, supone cinco veces menos CO2 que los convencionales.

En el Reino Unido y Alemania también hay campañas para reducir el consumo de animales-ahora mismo se calcula que, de media, cada persona come un total de 11 000 animales a lo largo de la vida.

Ofrecer más información a los consumidores parece ser la clave, pues, para conseguir una cesta de la compra con menos emisiones. Según Ortega, "al igual que la crisis económica de los últimos años ha llevado a que los consumidores se decanten por las marcas blancas, ahora habría que conseguir ir hacia las marcas verdes".

La huella de carbono de algunos alimentos
En general, el tipo de producción, la distancia entre productores y consumidores o el uso de piensos o invernaderos son factores determinantes para calcular la huella de carbono agroalimentaria, pero en ocasiones tienen más peso otros aspectos. El análisis interno que cada empresa debe hacer para calcular la huella permite identificar en que se emite más, y se puede así también buscar la manera de reducir no sólo emisiones sino, en muchos casos, costes.

Cristina Arbolí, directora general de la consultoría Grupo Arce y experta en el cálculo de la huella de carbono de industrias y productos, explicó algunos casos concretos.

Así, por ejemplo, en el caso de una determinada marca de vino blanco, en botella de 75 cl., El 63% de la huella corresponde al envase final, por el alto coste energético de la producción del vidrio. La distribución supone el 15%, el tratamiento y embotellado en bodega el 11% y el cultivo de la uva sólo el 5%.

Bien diferente es el caso de una bebida de soja natural en brick de 1 litro. En este caso, el 71% de la huella de carbono corresponde a la producción de la materia prima, y aún sería más elevado si las habas de soja provinieran de zonas deforestadas. La distribución supone el 14%, la elaboración el 8% y la gestión de los residuos-los envases de brick-, el 7%.

La huella del jamón ibérico de bellota, por otra parte, depende casi totalmente de la producción de los cerdos: un 99,8%. Así pues, esta industria tiene escaso margen de mejora en el proceso de secado y distribución, y tendrá que mirar cómo hacer que los productores de cerdos reduzcan las emisiones. Sobre todo, en cuanto a la gestión de los purines y la alimentación del ganado, que en este caso es a base de cereales y bellotas. Es decir, habrá un trabajo en cadena-producción del grano, producción del ganado, producción de jamón-para reducir las emisiones globales y que el producto final pueda ofrecer una huella competitiva.

Es uno de los puntos fuertes de este planteamiento, según los expertos. No sólo los consumidores dispondrán de más información a la hora de elegir un producto, sino que comportará que todos los implicados en el proceso de producción tengan que buscar estrategias para reducir las emisiones si quieren cumplir las exigencias del mercado y, ya mismo, de algunas administraciones de Europa.

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