jueves, 10 de marzo de 2011

Los 'fotovoltaicos' echan chispas El recorte de ayudas a las renovables origina críticas a cómo se establece la tarifa eléctrica

Javier García Breva, presidente de la Fundación Renovables, cree que las energías limpias están siendo “la cabeza de turco” en la que injustamente se hace recaer la responsabilidad del déficit tarifario. Sin embargo, en su opinión, “no es verdad que la luz sea más cara por culpa de las primas a las energías renovables”. “Si pese a los recortes en las renovables la luz sube un 10%, eso quiere decir que el déficit tiene otras causas”, argumenta.


Él y otros expertos culpan del encarecimiento al peculiar sistema de fijación de precios en el mercado eléctrico, en el que las empresas compran la luz, como en una lonja. El sistema va ofertando la electricidad según la demanda, pero al final todas las eléctricas perciben el precio más alto (al margen de los costes de generación que se da en cada caso). En esta lonja, el sistema eléctrico aporta primero la nuclear (que no puede dejar de funcionar), luego las renovables, a continuación la hidráulica y, finalmente, se recurre al gas, que suele ser las más cara. Este último precio es el que perciben todas las eléctricas.

La consecuencia es que este tipo de remuneración favorece a tecnologías como la hidráulica, que utiliza un recurso natural a coste cero (el agua de lluvia), o la nuclear, cuyas inversiones ya están amortizadas, según explica Jordi Ortega, consultor de WWF. Ortega propone fijar impuestos para estos “beneficios caídos del cielo de las eléctricas” para fomentar las renovables, como se ha aprobado en Alemania. WWF ha identificado esta y otras barreras que encorsetando las fuentes limpias, según difunde su campaña Solar Tour.

“El problema del sistema eléctrico no es de costes económicos, sino de regulación”, afirma Ortega, convencido de que las renovables han abaratado los costes eléctricos y han sacado del mercado las tecnologías más caras y contaminantes, “sin que el usuario se haya beneficiado de ello”. En paralelo, las centrales de ciclo combinado, que actúan para cubrir las espaldas de las fuentes renovables cuando dejan de funcionar (si deja de hacer viento o sol), trabajan menos horas por el empuje de las renovables y en cambio cobran un precio por dar esa garantía de suministro.

Además, “la obligación de comprar carbón nacional caro, cuando los precios internacionales están bajando, introduce más ineficiencia y además debe pagar el coste de sus emisiones de CO2. Todos estos extracostes encarecen la electricidad y dan mayores beneficios a las demás eléctricas”, dice Ortega.

ANTONIO CERRILLO

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